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viernes, 5 de agosto de 2011

Cine: "Crítica" El Origen del Planeta de los Simios, de Rupert Wyatt

Una década después del estreno en cines de la infame re-imaginación de El Planeta de los Simios que nos propuso Tim Burton, llega la enésima vuelta de tuerca de una franquicia cinematográfica iniciada hace ya más de cuarenta años.

Poco podía imaginar el escritor Pierre Boulle en lo que se acabaría convirtiendo la novela que publicó a principios de la década de los sesenta: una de las sagas más famosas de la historia del cine y de la cultura popular de la segunda mitad del siglo XX. La fórmula se estiró hasta la extenuación, después del gran éxito que supuso el primer film, protagonizado por Charlton Heston. Hasta cuatro películas más se estrenarían posteriormente, prácticamente una película por año, en las que sus personajes eran protagonistas de aventuras de lo más variadas e inimaginables. El remake de Tim Burton en 2001 terminó de enterrar una saga que 20th Century Fox quería volver a retomar, por si nuestras retinas no habían visto los suficientes simios a lo largo de los años.

Pero uno nunca es consciente de lo que una serie de películas es capaz de ofrecer, incluso cuando crees que hace años que la fórmula se ha agotado. Uno de los ejemplos más conocidos es Batman Begins, que resucitó un personaje muy muerto en el cine de principios del siglo XXI por culpa de los desastrosos resultados cualitativos, económicos y críticos de su predecesora.

Pues bien, algo muy parecido sucede con El Origen del Planeta de los Simios. Sus responsables han apostado claramente por comenzar desde cero y siguiendo el ejemplo de lo que hizo Christopher Nolan con el hombre murciélago. Claro que eso nunca es suficiente, por mucho que vuelvas a contar los orígenes de un personaje o de una historia, si la película no es buena el esfuerzo siempre será en vano. Pero este reinicio que nos proponen tanto 20th Century Fox como el director Rupert Wyatt sorprende en nuestra imprevisión por su refrescante eficacia.

El film no es ni mucho menos la piedra filosofal. La trama es bien conocida no sólo por lo obvia que resulta viendo sus avances, sino porque se basa ligeramente en otra entrega de la saga, La Rebelión de los Simios de J. Lee Thompson., sin ser necesariamente un remake. Y su simpleza (de A a B, y de B a C) puede que no guste a muchos no sin razón, al ser uno de los talones de Aquiles de la película. Pero el resultado final de El Origen del Planeta de los Simios hace que nos olvidemos de todo eso, que dediquemos las poco menos de dos horas de metraje a una sola cosa: la evasión positiva, aquella sin pretensiones que no trata al espectador de la misma forma condescendiente en que los humanos tratan a los simios en la misma película.

Más allá de la virguería visual y de la curiosidad por ver la excelente interpretación mediante captura de movimiento del camaleónico Andy Serkis (que incluso contrasta con las interpretaciones de los actores reales, ante un James Franco algo inexpresivo, una Freida Pinto demasiado mujer-florero, y el tierno encanto del personaje de John Lithgow), y consciente de su propia sencillez, El Origen del Planeta de los Simios apuesta por el énfasis en el dramatismo de una historia sobre la verdad, la inevitabilidad del destino y la naturaleza, la ambigüedad sobre lo que puede estar bien o mal, y la importancia de nuestros actos y sus consecuencias en el futuro más inmediato.

Todo ello, unido a cómo resulta de entretenida la cinta, hace que estemos ante una de las propuestas más honestas, disfrutables y sorprendentes de lo que llevamos de verano, ideal para una tarde de cine en familia, amigos, refrescos y muchas palomitas, sin tener esa frustrante sensación de habernos sentido estafados una vez más por los grandes estudios. Más bien al contrario.

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